“Tocar el piano a dúo es como volver a jugar” Son las palabras de J. Moreno Gistaín quien, con su hermano Juan Fernando, geminiano como él, ha logrado sobresalir en el mundo de la música clásica por su interpretación a cuatro manos. Y sigue manifestando su energía cuando comenta: “para tocar juntos se necesita una complicidad extraordinaria, hay que saber hasta cómo respira el otro.”

Martha Argerich es otra pianista geminiana que disfruta de tocar acompañada. Nelson Freire, Rabinovitch, Maisky, Kremer, Daniel Barenboim son algunos de sus famosos amigos con los que ha compartido escenario. También lo hace con músicos muy jóvenes.

En francés e inglés “tocar” se traduce al español como “jugar” y es curioso que así, jugando, hayan comenzado su relación con la música algunos de los más talentosos pianistas. Martha es una de ellos. Nació en Buenos Aires el 5 de junio de 1941. A sus dos años en el jardín de infantes, repetía con un dedo las melodías que tocaba la maestra. Los padres le compraron un pianito de juguete. Martha lo probó y no le gustó. Su papá decidió entonces comprarle uno de verdad. Y así comenzó su historia.

Juanita, su mamá, encontró a la profesora Ernestine de Kusrow quien utilizaba el juego con figuras y animalitos para inducir a tocar. A los 3 años, Martha tocó Mozart de oído.

El juego es un rasgo muy típico de la energía geminiana, tanto como la curiosidad, la necesidad de cambio, la variedad de espacios y vínculos y el transitar por diversas formas de aprendizaje. En la vida de Martha hubo abundancia de todo ello y la presencia del eje Géminis/Sagitario se manifestó con múltiples Maestros y largos viajes.

Nunca fue a la escuela, hizo la primaria libre preparada por su papá. Sus maestros musicales de esa primera etapa fueron Scaramuzza, Amicarelli y Carmen Scalchione. A los cuatro años dió su primer recital; a los siete, el primer concierto formal en el Teatro Astral; y a los 12 años tocó en el Teatro Colón.

Estos hechos llegaron a oídos del presidente Perón que la citó en su residencia para preguntarle qué quería hacer con su talento. Ella le dijo que quería ir a Europa lo cual fue concedido inmediatamente y facilitado mediante el nombramiento de sus padres en la embajada argentina en Austria.

Allí, sus nuevos maestros fueron Gulda, los de la Academia de Viena, Madeleine Lipatti, Stefan Askenase, María Curcio y Arturo Benedetti Michelangeli.

Sus ágiles y veloces manos generando música, los interminables viajes y cambios de locación, los vínculos con tan diversas culturas e idiomas, la aplicación de diversas técnicas, desplegaban el mundo geminiano en todo su esplendor.

A los 16 años, ganó dos concursos con tres semanas de diferencia y a los 24 obtuvo el primer premio Internacional de Piano Frédéric Chopin que la consagró definitivamente.

Se cuenta por ahí que fue la tenacidad de su mamá Juanita, la que logró encauzar el talento natural de Martha. También se dice que esa exigencia le generaba una sensación de “asfixia.” Es posible, ya que los compromisos son cuestiones bastante ajenas a la energía geminiana. Martha tuvo una época en que fue temida por cancelar contratos a último momento.

La relación con la autoridad y el ejercicio de la misma es otro tema complicado para los geminianos. En la sinastría entre su Carta Natal y la de su mamá se pueden observar las características de esta relación: el Saturno en Virgo de Juanita, una acuariana muy disciplinada y con una perseverancia a toda prueba, estaba en oposición con el Marte en Piscis de su hija y en cuadratura con el Sol en Géminis de Martha. Un perfecto “acotamiento” a la fluidez y a la tendencia de Martha que se define diciendo:

«Una vez que comienzo a practicar puedo seguir haciéndolo durante mucho tiempo. Pero el problema es que no comienzo.»

La relación emocional madre-hija tampoco era fluida. La Luna en Libra de Martha, muy sensible a los aspectos estéticos, en afinidad con el Elemento Aire y su sentido de amplitud y libertad, se encontraba en cuadratura con la Luna de su mamá en Cáncer donde la protección y el ámbito cerrado es la regla.

Su hermano recuerda que Martha se las ingeniaba para eludir las presiones: “se encerraba en su cuarto, tocaba y al mismo tiempo leía a Oscar Wilde.”

A sus 20 años, Martha decidió viajar a Estados Unidos para encontrarse con Horowitz, su ídolo y no lo logró. Repentinamente se casó y quedó embarazada, pero a los tres meses rompió el matrimonio y se volvió a Europa. Comenzó una especie de caída libre y decidió no tocar más. Decía que iba a ser secretaria ya que por su técnica y los varios idiomas que hablaba le iba a ir muy bien. Esta profunda transformación seguramente se daba por el tránsito de Saturno en oposición a su Plutón y el de Urano en cuadratura a su Saturno natal. Le llevó más de dos años volver al piano.

El tipo de relación que tuvo con su mamá/autoridad luego se vio reflejada por oposición en la que Martha tuvo con sus tres hijas. Pareciera que los rasgos “cancerianos-maternales” de Martha no fueron los tradicionales y es probable que a la energía geminiana despreocupada se le haya sumado su Quirón-Plutón en Cáncer. Algo de todo aquello se puede apreciar a través de la mirada de Stéphanie Argerich, una de sus hijas, directora de Bloody Daughter que comenta: “En la edición me di cuenta de que cuando hablábamos sobre nosotros y nos analizamos, no había emoción.”

Creo que en realidad lo que sucedía era producto del mecanismo del Aire para neutralizar el aluvión emocional del Agua. En la Carta Natal de Martha, Neptuno en conjunción con su Nodo Norte en Virgo, forma un trígono con la conjunción Saturno/Urano y una cuadratura con su Venus. Es obvio que la fuerte incidencia de Neptuno influyó en su sensibilidad musical y, con toda seguridad, en su mundo afectivo, pero es posible que el recurso del Aire para “tomar distancia” le permitiera salir a flote en situaciones complejas. Esto se ve reflejado en la relación primaria de Martha con su mamá, el dolor por perder la tenencia de su primera hija y su sentimiento respecto a la soledad cuando dice: “Hay mucha soledad en la vida de los pianistas. Tocar sola es a veces temible. Nadie nos sostiene en escena. La soledad nos desampara.”

Por todo ello, creo que el valor de la palabra, la comunicación y la compañía de los amigos le ha sido fundamental. Martha estudia entre las 2 y las 6 de la mañana y hace frecuentes interrupciones para hablar por teléfono con sus pares comentando sus dudas y temores, para leer alguna novela o escuchar la radio. Dice que la dispersión y el sentido del humor son sus compañeros.

Muchas veces nuestros conflictos emocionales terminan haciendo síntoma en nuestro cuerpo. A finales de los 80, Martha comenzó a padecer un cáncer de piel y diez años después el tejido se había extendido a los nodos linfáticos y a los pulmones. Tras un intenso tratamiento este cuadro fue superado. Los pulmones y las manos están asociados al planeta Mercurio, el regente de Géminis y, según la biodescodificación, las enfermedades de la piel están relacionadas con “separaciones” y con la atención que le concedemos a lo que los demás puedan pensar de nosotros. La piel marca nuestro límite con el exterior.

Gran parte de su público se lamentaba el no poderla disfrutar como solista. En el 2019 Buenos Aires se deleitó escuchándola en todo su esplendor y en el 2020, en medio de la pandemia siguió dando muestras de cómo, con su energía geminiana se adapta, fluye y aun se supera. No sólo volvió a tocar sola a sus 79 años, sino que lo hizo en un teatro vacío frente a una cámara, utilizando la tecnología streaming y sin el menor indicio de “oxidación.”

Este 2021, Martha cumple 80 años. Con los rasgos de la eterna juventud geminiana la escuchamos decir: «Muchas veces me sorprendo a mí misma. Tengo un temperamento muy extraño. No sé por qué, me dejo llevar. No sé qué es lo que viene antes ni lo que pasa después.»